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27 jun 2013

Carne roja y diabetes: Análisis del último estudio


Me resulta especialmente interesante hacer seguimiento de los diferentes estudios que se van publicando sobre temas concretos, porque a veces se aprecia cierta rivalidad entre diferentes equipos de investigación. Y eso, si se lleva bien, siempre es sano, porque es lo que hace que la ciencia avance más rápido. Es lo que creo que esta ocurriendo, por ejemplo, con la carne roja, un alimento que provoca buena cantidad de titulares (a menudo sobredimensionados) y que está dando lugar a gran número de publicaciones últimamente, como hemos podido ver en la anterior serie sobre la carne roja y el cáncer.

La relación entre el consumo de carne roja y la diabetes es otro de los temas que crea bastante controversia y que durante los últimos años nos ha traído interesantes investigaciones epidemiológicas. Las más relevantes, al menos a nivel mediático, creo que han sido lideradas desde Harvard, en concreto desde dos equipos diferentes, que precisamente parecen inmersos en una de esas pequeñas carreras investigadoras por publicar los trabajos más relevantes. O al menos es lo que a mí me parece.

A continuación les recopilo las últimas revisiones y meta-análisis sobre el tema, que nos servirán para conocer y concretar el nivel de riesgo existente. Aunque la mayoría de ellos también investigan la carne procesada y otras enfermedades, voy a referirme únicamente en las conclusiones que sacaron relacionadas con la carne roja y la diabetes, que es el tema del post y sobre lo que hay más diversidad de opiniones.



El primer estudio vió la luz en 2010, "Red and processed meat consumption and risk of incident coronary heart disease, stroke, and diabetes: A systematic review and meta-analysis". Fue de los primeros meta-análisis sobre el tema, dirigido por Renata Micha y Dariush Mozaffarian, conocidos y prolíficos investigadores de Harvard. Concluyeron que no existían pruebas claras de un aumento del riesgo de diabetes por comer carne roja, ya que la diferencia que se identificaba no era estadísticamente significativa.

Un año después, en 2011, otro equipo liderado por otros expertos de Harvard tan opulares y prestigiosos como Walter Willett y Frank Hu, publicaron en 2011 "Red meat consumption and risk of type 2 diabetes: 3 cohorts of US adults and an updated meta-analysis", en el que realizaron un meta-análisis con los resultados de tres grandes estudios observacionales existentes. Y concluyeron que por cada 100 gramos diarios de consumo de carne roja, el riesgo relativo aumentaba un 19%.

Al año siguiente, en 2012, el primer equipo, el de Micha y Mozzaffarian, publicó una actualización de su meta-análisis de 2010 incluyendo nuevos estudios, "Unprocessed red and processed meats and risk of coronary artery disease and type 2 diabetes--an updated review of the evidence", concretando algo más el riesgo. Se identificó un pequeño-modesto aumento del riesgo relativo del 19%, igual que el del estudio anterior, que en este caso sí llegó a ser significativo.

Y hace tan solo unos días nos ha llegado la última pieza de este estimulante rompecabezas, un nuevo estudio del segundo equipo, el de Willett y Hu,  "Changes in red meat consumption and subsequent risk of type 2 diabetes mellitus". Han utilizado los datos de los mismos tres estudios que en su anterior meta-análisis para hacer en este caso un nuevo análisis desde un punto de vista diferente. Vamos a verlo con más detalle, ya que es especialmente interesante.

Como he mencionado, los datos utilizados han sido los de los masivos estudios de cohorte Health Professional Follow-up Study, Nurse Health Study I y II, en concreto los de unas 150.000 personas, tras seleccionar los que cumplían una serie de requisitos y durante un periodo total de 20, 20 y 16 años respectivamente. Se segmentó al total en cinco grupos, en función de cómo habían modificado su consumo de carne roja durante los primeros cuatro años de observación:
  1. De alto a moderado (reducción de entre 0,15 a 0,5 raciones diarias)
  2. De moderado a bajo (reducción de más de 0,5 raciones diarias)
  3. Sin cambios
  4. De bajo a moderado (aumento de entre 0,15 a 0,5 raciones diarias)
  5. De moderado a alto (aumento de más de 0,5 raciones diarias)
Y se estudió la relación entre la diabetes y estos cambios en la ingesta de carne durante esos primeros cuatro años, obteniendo los resultados que se presentan en la siguiente tabla:


Como puede observar, utilizando el modelo de ajustes multivariable más completo (el de la última fila), entre aquellas personas con un aumento del consumo de bajo a moderado, el riesgo relativo creció un 15%  y entre las que tuvieron un aumento de moderado a alto, un 30% (ambos marcados en rojo). Sin embargo, entre los dos grupos de personas que realizaron una reducción (marcado en azul) no se encontró una reducción significativa del riesgo.

Con intención de buscar conclusiones más sólidas, los epidemiólogos de Harvard volvieron a analizar los datos de riesgo, pero en este caso a muy largo plazo, durante los siguientes 12-16 años, viendo la cantidad de casos de diabetes que habían ocurrido entre las personas que durante los 4 primeros años habían aumentado o reducido su ingesta de carne. Los resultados fueron los siguientes:


En este caso el aumento de riesgo entre los que aumentaron su ingesta (marcado en rojo) siguió estando presente, aunque de forma bastante más atenuada, con valores del 7% y 17% . Y, por otro lado, en este caso sí pudo identificarse un pequeño descenso del riesgo relativo entre los que redujeron su ingesta (marcado en azul), pero que solo llegó ser significativa (de un 10%)  en el caso de haberse hecho en cantidades elevadas a moderadas (primera columna).

Es decir, con estos resultados yo diría que este estudio concluye lo siguiente:
  1. Un aumento del consumo de carne roja se asocia con bastante claridad a un mayor riesgo de diabetes (es un aumento pequeño pero claro).
  2. Una reducción del consumo de carne roja no tiene una asociación tan clara con la reducción del riesgo y solo se aprecia a muy largo plazo y al hacerse en cantidades importantes.
No es este el primer estudio que no encuentra beneficios claros en la reducción de la ingesta de carne roja. Por ejemplo, como ya comenté en este post anterior, en el reciente estudio "Adherence to the World Cancer Research Fund/American Institute for Cancer Research guidelines and risk of death in Europe: results from the European Prospective Investigation into Nutrition and Cancer cohort study", de entre todas las recomendaciones dietéticas analizadas, la que menos impacto tuvo en la reducción del riesgo fue la de limitar el consumo de carne roja y procesada. De hecho no tuvo ningún efecto positivo.

¿A qué puede deberse estae fenómeno? Los autores creen que podría ser consecuencia de la presencia de personas no sanas en los grupos "de reducción" (marcados en azul), que estarían precisamente en estos grupos a causa de estar siguiendo las indicaciones de reducción de carne de su médico por sufrir patologías previas (y que por lo tanto tendrían más probabilidad de desarrollar diabetes). Así que esa falta de respuesta a la reducción de riesgo se debería a la  "contaminación" por este tipo de pacientes.

Otra opción que se me ocurre es que el supuesto daño que pudiera provocar el comer carne roja no fuese fácilmente reversible y que su reducción necesitaría de muchos-muchos años para conseguir algún efecto. Aunque personalmente no creo mucho en esta posibilidad.

Y una tercera posibilidad - siempre presente en este tipo de estudios - sería que el aumento de riesgo realmente estuviese muy influenciado por el efecto de alguna variable de confusión, que no hubiera sido aislado por completo. Para que pueda apreciar cómo puede afectar una variable de confusión, puede comparar los resultados de las dos últimas filas de las dos tablas anteriores. Ambas se consiguen con el mismo ajuste multivariable, excepto que a la última se le ha añadido una variable más, el índice de masa corporal. Y las diferencias son importantes.

La carne roja es un alimento complejo, con una gran cantidad de componentes y nutrientes que pueden tener muy diversos efectos en el organismo, algunos mejores y otros menos buenos, sobre todo en grandes cantidades. Así que antes de asustarse con titulares tan sensacionalistas como este, yo sería razonablemente prudente pero esperaría a que próximas investigaciones aporten luz a todas estas apasionantes cuestiones porque, como ya he dicho, la cuestión no es tan evidente.

Además, les recuerdo que aunque creo que conviene ser moderado y no exagerar comiendo demasiada carne roja (por debajo de 2-3 raciones semanales las evidencias de riesgo son muy escasas), tampoco hay que obsesionarse demasiado con el tema, ya que el riesgo absoluto es bajo (en este enlace puede leer sobre la diferencia entre riesgo relativo y absoluto). Por ejemplo, en el último meta-análisis de Micha y Mozzaffarian los casos de diabetes totales fueron unos 28.000 entre las 447.000 personas observadas. Es decir, que el 94% de las personas, independientemente de la cantidad de carne roja que pudieran comer, no padeció diabetes en ningún momento. Así que la diferencia de riesgo absoluto entre grupos con diferentes consumos de carne roja realmente fue pequeña, de unas décimas.

Para terminar, quisiera hacer un comentario más, en este caso más personal y subjetivo.

Si tiene acceso a los cuatro estudios anteriores de ambos equipos de Harvard (dos de ellos están accesibles libremente), recomiendo leerlos completos, porque al menos yo aprecio con bastante claridad diferencias en el estilo y el tono de los textos. Los del primer equipo, el de Micha y Mozzaffarian, me parece que son más moderados en sus conclusiones y en bastantes ocasiones deciden no mojarse demasiado ni ser muy categóricos en sus afirmaciones, recordando con frecuencia que los resultados son de pequeña magnitud y los estudios observacionales. Y cargan más las tintas contra la carne procesada. Por contra, el segundo equipo, el de Willett y Hu, en todo momento parece querer transmitir a toda costa que la limitación del consumo de carne roja redunda en beneficios indiscutibles y muy importantes. Al menos esa es la impresión que a mí me queda. Y la situación, además de humana, me parece admirable, sabiendo que ambos son equipos de Harvard, que ponen sobre la mesa sus diferencias en los matices con elegancia pero, sobre todo, con la ciencia en la mano. Como debe de ser.

6 comentarios:

  1. Me parece muy interesante esta entrada, pero tengo una duda. Después de varios viajes a Estados Unidos me quedé espantada con la cantidad de carne roja que comen allí: para desayunar, comer, merendar y cenar.
    Teniendo en cuenta la forma de comer de esa sociedad, en la que la mayoría de alimentos son procesados y van acompañados de cantidades astronómicas de grasa saturada me pregunto como lo han tenido en cuenta en los estudios. Es decir, si tu te comes una hamburguesa de ternera va a ir acompañada de mayonesa, patatas fritas extragrandes y bebidas azucaradas tamaño gigante. En ese caso ¿el aumento de riesgo no podría deberse a esto más que al consumo de carne roja?

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  2. El riesgo de ese tipo de interferencias siempre existe. Para minimizarlo en este caso han utilizado una versión del Healthy Eating Index para ajustar los resultados respecto al resto de alimento de la dieta, que es un índice bastante completo y detallado. Pero no se puede saber si lo han conseguido con total seguridad.

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    1. Muchas gracias por la respuesta. Me gusta mucho tu blog, es muy interesante. Si te soy sincera la estadística no es mi fuerte y me cuesta bastante comprender en su totalidad los estudios. Hice uno de los cursos abiertos on line sobre epidemiología de Harvard el cuatrimestre pasado, pero aún me quedo muy corta. Espero que cuando empiece a ejercer en el hospital me acostumbre.

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    2. Muchas gracias a ti por tus comentarios. Huy, dudo que en hospital te enseñen de epidemiología...

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  3. Felicidades por el artículo, sensacional como siempre.
    Creo que la evidencia es mínima en riesgo absoluto y no estoy seguro de que la variables estén completamente depuradas.
    De todas formas más que preocuparme yo me siento tranquilizado con este tipo de estudios que lo que hacen es ratificar, a mi entender, que el consumo de carne roja no es ningún problema en absoluto.
    Saludos.

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